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10/03/2016

Diseño basado en prestaciones

Por Miguel Vidueira, Director Técnico del Grupo CEPREVEN.

Recuerdo mis comienzos en CEPREVEN con mucho cariño. La protección contra incendios era totalmente desconocida para mí, así que buena parte de mis dos primeros años en la casa los pasé de acá para allá, asistiendo a cursos, seminarios, y acompañando a compañeros experimentados en sus visitas y auditorías, a ver si se me pegaba algo.


Uno de los eventos a los que asistí en mi más tierna juventud profesional fue el II Congreso de Ingeniería de Protección contra Incendios, que organizó APICI en 2003. Creo que fue en aquella ocasión cuando oí hablar por vez primera del Diseño Basado en Prestaciones. Hasta aquel momento mi experiencia me indicaba que los aspectos más relevantes del diseño de instalaciones de protección contra incendios estaban regulados por Normas de Diseño (normalmente UNE o NFPA). Esas Normas no dejaban de ser una receta sobre cómo “cocinar” un sistema de PCI. Evidentemente, aplicar una receta no siempre garantiza un resultado óptimo en el plato ejecutado: hay muchas cosas que pueden fallar, desde el tiempo de cocción a las cantidades de cada ingrediente. Además hay recetas de gran complejidad. Sin embargo, a fuerza de repetir la ejecución, adquiriendo experiencia y corrigiendo errores, se acaba dominando.

Pero el diseño basado en prestaciones… aquello era inventar un plato nuevo al gusto de cada comensal, la “haute cuisine” de la protección contra incendios, que implicaba dominar diferentes aspectos relacionados con el incendio y las instalaciones: conocimiento de la química del fuego, sus mecanismos de desarrollo, los subproductos que genera; conocimiento de las instalaciones y medios de PCI, o cómo detectar, controlar, extinguir, o confinar un incendio; análisis del incendio esperable y su evolución; y por último concretar todo este estudio en unos medios de protección, activos y pasivos, para garantizar un nivel de seguridad contra el incendio suficiente.

Claro, hace catorce años, en un país como el nuestro donde siempre ha habido poca concienciación (que hemos tratado de paliar con Normativa), esta metodología parecía más propia de culturas nórdicas o anglosajonas. Sólo unos pocos iluminados (entiéndase esto sin el sentido peyorativo que a veces concedemos al término), entre ellos, nuestros amigos de APICI, creyeron en el método e hicieron lo posible por divulgarlo y hacerlo llegar a todos los que trabajábamos en el sector.

Pronto, en 2004, el Reglamento de Seguridad contra Incendios en Establecimientos Industriales se convierte en el primer Reglamento en admitir una protección alternativa a la prescriptiva, siempre que garantizase un nivel de seguridad equivalente, que estuviese basada en una metodología prestacional. Y poco después, el Código Técnico de la Edificación asume también este principio como alternativa al diseño prescriptivo.

Han pasado doce años por tanto desde que esta opción quedó claramente recogida en nuestra legislación. La potencia de esta solución es inmensa. Los Reglamentos prescriptivos, por más que pretendan ser dotados con una flexibilidad que les permita abordar la protección de muy diferentes riesgos, nunca podrán cubrir todas las casuísticas de una forma coherente y racional. En esos casos, el diseño basado en prestaciones constituye una alternativa poderosa a la aplicación del Código prescriptivo, que da lugar a una protección más efectiva con unos recursos más optimizados y aprovechados.

Al calor de esta posibilidad, florecen diseños que supuestamente otorgan una seguridad equivalente a la prescriptiva en los riesgos que pretenden proteger. Vienen acompañados de sugerentes informes llenos de gráficas, figuras en 3D, y paletas de variados colores, proporcionados por softwares informáticos gratuitos manejados por personas más o menos duchas en su utilización. Pero no hay que olvidar que el software es la herramienta para demostrar o validar la bondad de un diseño prestacional. No hay que confundir el método con la herramienta. Puedo tener un taller y una llave inglesa, pero si nadie me ha dado una formación adecuada, no sabré cambiar la rueda.

Igualmente, ser sólo un buen conocedor de la herramienta no garantiza un buen resultado en el diseño, igual que una novela escrita con un buen editor de textos no se convierte per se en un Quijote, aunque el resultado pueda ser mucho más aparente.

En definitiva, con el tiempo transcurrido el diseño prestacional se ha popularizado, pero debido a la falta de formación de los técnicos que lo han aplicado, y a la falta de control y de evaluación sobre los proyectos realizados de esta manera, en muchos casos el método se ha pervertido en malas manos, siendo utilizado sin criterio técnico, e incluso de forma poco ética, para demostrar la cuadratura del círculo.

¿Son los proyectos basados en prestaciones un fraude? Ni mucho menos. Hay grandes profesionales dedicados a ello, con la experiencia y el conocimiento suficiente, en los que se puede confiar perfectamente uno de estos diseños. Pero lamentablemente las malas experiencias hacen que quede ese poso en el subconsciente colectivo, que se realimenta con frases como “con una simulación informática puede salir lo que quieras”, que restan credibilidad al buen trabajo que muchos están haciendo en este campo por culpa de la mala praxis de algunos.

En este sentido sólo nos cabe seguir defendiendo el diseño prestacional como la brillante solución que aporta, pero utilizada siempre de forma ética y con conocimiento de causa; continuar promoviendo la formación de los técnicos que se dediquen a esto, y en especial la figura del ingeniero de protección contra incendios; y fomentar la revisión por terceros (o peer review) de los proyectos realizados para disponer de una evaluación autorizada del diseño.