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08/05/2017

La Seguridad Equivalente y la Ética

El Diseño Basado en Prestaciones es una disciplina compleja que requiere un conocimiento profundo de conceptos de ingeniería de PCI

Los avances desarrollados durante los últimos años en materia de simulación de incendios han proporcionado a los diseñadores e ingenieros herramientas de mucha potencia para generar soluciones técnicas y evaluar su rendimiento con mayor grado de certeza. La metodología del Diseño Basado en Prestaciones es aceptada ya como un enfoque adecuado para multitud de proyectos, pues ha demostrado su eficacia en muchos casos.


Sin embargo, no conviene perder de vista que el Diseño Basado en Prestaciones es una disciplina compleja, que requiere un conocimiento profundo de conceptos de ingeniería de PCI, como la química del fuego, conocimiento de los materiales involucrados, mecánica de fluidos asociada al movimiento de humos y gases, funcionamiento de sistemas de alarma y extinción, comportamiento de las personas en caso de evacuación, etc, así como experiencia para determinar, por ejemplo, qué tipos de incendio o escenarios son probables y cuáles no.

 

Por otra parte, la simulación de incendio, como herramienta del Diseño Prestacional, requiere poner en juego todos los conocimientos anteriores, junto con un dominio experto de la propia herramienta (software o método analítico).

Las actuales simulaciones informáticas manejan una importantísima cantidad de parámetros, datos e hipótesis, que llegan de forma transparente al usuario final, quien por otra parte no suele tener capacidad para verificarlos: desde la potencia del incendio considerada, hasta la configuración de los materiales, pasando por la parametrización de las personas en la evacuación, la interacción física con los sistemas de extinción, etc. Es habitual identificar el Diseño Basado en Prestaciones con la simulación informática de incendios. Pero no está de más recalcar aquí que igual que el uso de un procesador de textos no garantiza que la novela escrita sea un “Quijote”, tampoco el uso de un software reconocido de simulación de incendios hace que el diseño propuesto sea el adecuado. Si el programador no dispone de los conocimientos de ingeniería de PCI necesarios, o no conoce cómo introducirlos correctamente en el software, el resultado puede ser atractivo en apariencia, pero técnicamente desastroso.

En definitiva este tipo de estudios puede plantear y demostrar la validez de soluciones de seguridad no consideradas por las vías prescriptivas de diseño, pero también puede presentar resultados incorrectos si los planteamientos considerados en el diseño no son adecuados.

Sin embargo, la potencia del método de diseño y su herramienta, las simulaciones de incendios, hacen que bien utilizado sea una vía para alcanzar soluciones razonables y sobre todo seguras para los usuarios y sus bienes.

Los estudios basados en la simulación de incendios y evacuación podrían ser, llegado el caso, casi tan determinantes como un ensayo real. De hecho, algunas entidades de gran prestigio están ya aplicando las simulaciones como complemento a los ensayos reales. Sin embargo, cuando una entidad de este tipo realiza el ensayo de un sistema, sus resultados son tratados siempre desde el lado de la seguridad, admitiendo una incertidumbre, y como resultado de ello las conclusiones que del ensayo se puedan deducir son revisadas y mejoradas para garantizar un nivel de seguridad adicional.

Por ejemplo, un ensayo de rociadores de gran caudal para almacenamiento puede arrojar como resultado que 4 ó 6 rociadores en operación han apagado el fuego. Sin embargo, la prescripción de diseño que del ensayo se deriva propone considerar un total de 12 rociadores en operación a la hora de diseñar el sistema. ¿Podría dicho ensayo llevarnos a la conclusión, como diseñadores, de que podríamos calcular el sistema real con un caudal nominal de 4 ó 6 rociadores en operación, en lugar de los 12 que prescriptivamente nos indica la normativa? Sin duda alguna, no. Pero no sólo por una cuestión de costumbre o conservadurismo, sino porque los incendios reales se producen en situaciones reales, con sus matices, imperfecciones y variables incontrolables. Ni un ensayo ni una simulación computacional son capaces de reproducir todas y cada una de dichas variables incontrolables, por lo que sus resultados han de ser cuidadosamente revisados y matizados para alcanzar realmente unas prestaciones adecuadas.

Los ensayos de incendio tienen sus limitaciones; las simulaciones, también. Llevar al límite las simulaciones de incendios con el único objetivo de reducir las instalaciones de protección contra incendios prescriptivamente requeridas no cumple con el objetivo razonable que se otorga a la disciplina del diseño basado en prestaciones. No aporta mayor seguridad, ni seguridad equivalente a los sistemas prescriptivos, realizar una simulación y concluir, por ejemplo, que las distancias de evacuación pueden ser duplicables, o que se podría reducir el caudal de los rociadores automáticos, o eliminar la detección de incendios, o la sectorización de humos. Asegurar una conclusión como las enumeradas, sólo sería posible tras la realización de un gran número de simulaciones, que tras analizar distintos escenarios y situaciones, incluso considerando el fallo o funcionamiento parcial de algunos de los medios de PCI instalados, pudiera aportar un grado de confianza mínimo en los resultados. Y por supuesto, aun así, siempre considerando el lado seguro a la hora de extraer conclusiones.

Por una parte, es fundamental, tal como recoge el Reglamento de Seguridad Contra Incendios en Establecimientos Industriales, que el órgano competente de la Administración que corresponda dé su aprobación al estudio, aunque en algunos casos la complejidad del mismo puede hacer que el técnico encargado necesite el soporte de una entidad externa. Por tanto, sería muy deseable que la revisión por tercera parte se constituyese como una medida habitual de verificación de dichos estudios, para garantizar que el desarrollo se ha realizado siguiendo criterios correctos de dinámica del fuego y que, al menos, no existan datos de partida incorrectos o malintencionados, y que las conclusiones extraídas no rebasen la frontera de la seguridad equivalente. La alternativa del diseño prescriptivo se fundamenta en la disciplina de la “ingeniería del fuego”, en la que las propuestas sobre la configuración de las diferentes medidas de seguridad pueden derivar de la experiencia que atesoran las partes implicadas en el proyecto, teniendo en cuenta las necesidades del establecimiento. Esto supone un gran avance en materia de seguridad con respecto a la vía tradicional de diseño. Sin embargo, sólo bajo un enfoque técnicamente riguroso y ético se conseguirá el respeto y la confianza de las autoridades en este asunto fundamental del diseño basado en prestaciones. Si no es así, en el mejor de los casos se establecerá, de nuevo, una distinción del mercado entre los que aplican el criterio como debe hacerse y los que aplican el criterio como les conviene, olvidando si el resultado final es seguro o no; y en el peor, una desconfianza hacia el método que retrase o impida su aplicación en sustitución del método prescriptivo cuando éste conduce a soluciones no razonables.